Normalmente, las personas que acuden a mi consulta no lo hacen por tener una patología psicológica, suelen ser, más bien, problemas difusos, vivenciales, relacionales (personales o laborales) o de adaptación ante un acontecimiento, imprevisto o no. Acuden porque están en conflicto, porque sufren y no saben por qué, porque no pueden hacer frente a las desgracias continuadas (pérdidas, otros duelos…), porque no pueden dejar de pensar lo que piensan desde hace tiempo o dejar de hacer lo que hacen … o porque lo tienen todo en la vida pero sienten un vacío e insatisfacción que no entienden y no saben qué hacer con esa desagradable sensación, … En definitiva, problemas cotidianos, vivenciales e incluso, muchas veces, filosóficos y existenciales, que muchos psicólogos conductuales y/o cognitivo-conductuales han dejado de lado porque estos no parecen ser problemas o trastornos clínicos. De ahí, que muchas personas, no acudan al servicio profesional del / la psicóloga y sí lo hagan a otros pseudoterapeutas con escasas y nulas habilidades y conocimientos de la psique y el comportamiento humano.

Otra cuestión importante es que este tipo de problemas psicológicos no entran necesariamente dentro de las categorías diagnósticas al uso (CIE o DSM), por tanto, este es uno de los principales motivos por los cuales es necesario acudir a un profesional de la salud, porque el/la psicóloga sabrá diferenciar cada criterio, síntoma, comportamiento y manejo cognitivo-emocional (pensamientos, ideas, creencias, emociones, valores…), naturaleza humana, antecedentes relevantes, biología de la persona, variables que mantienen el problema, consecuencias, funcionamiento humano, etc … y  distinguir, con claridad, cuando se trata de un trastorno psicológico / comportamental y cuando no.

Así, tanto la intervención como los resultados de la misma serán mucho más eficaces y eficientes (menor tiempo y coste de intervención y resultados óptimos para la persona).

En muchos casos, se hace hincapié en la importancia de la relación terapéutica en los acompañamientos psicoeducativos. Si bien, establecer una buena relación de confianza, seguridad y vínculo adecuado es fundamental en la relación terapeuta no es suficiente si no se tienen otras habilidades y competencias para conseguir resultados adecuados:  habilidades en técnicas de modificación de conducta, uso de un lenguaje adaptado a la persona, entendible, legible y sencillo, para denominar e identificar eventos privados, interés auténtico y genuino por la persona desde la aceptación y comprensión hacia lo relacionado con sus propias vivencias, identificar los antecedentes contextuales (familiares, relacionales, laborales, etc) que mantienen la conducta problema del cliente… habilidades comunicativas y, desde luego, una amplia formación en Psicología cognitiva y conductual (contextual) para identificar tales comportamientos problema, sus funciones, contingencias y resistencias.

Por lo tanto, los profesionales de la salud no solo disponemos de tal bagaje sino que también nos pre-ocupamos por la salud de las personas, su cuidado y prevención ante los problemas psico-bio-sociales. Para ello venimos formándonos ampliamente desde el respeto, la coherencia, la autenticidad, la responsabilidad  y la sensatez.

No me olvido de la valentía y el coraje de los profesionales de la salud,  dirigidos siempre hacia el máximo beneficio de las personas que tenemos delante. Porque acudir a un o una psicóloga no significa estar “mal de la cabeza” ni sufrir “trastorno” o «locura» alguna sino más bien, todos y todas, lo hacemos porque necesitamos la mejor ayuda profesional para afrontar nuestros conflictos, muchas veces, complejos y difusos.

Psicología y Educación Social Tlf 685508252 (Servicio de Psicología Presencial y online)