Hablando con un colega de profesión sobre el auge de «terapeutas coaches, consteladores, gurús …», sin formación en psicología y la naturaleza humana, llegamos a la conclusión, haciendo un recorrido de las distintas intervenciones y aplicaciones propias de la psicología basada en la evidencia, de que nada de lo que aportan es hoy aparentemente novedoso e innovador, aunque así lo parezca. «El Boom» de estas terapias, que mezcla humanismo con psicoanálisis y filosofía oriental, trata de satisfacer las necesidades de la sociedad actual, dentro de los parámetros de eficiencia, eficacia y efectividad, propios de la jerga organizacional, contexto en el cual parece que la psicología, y su aportación, está bastante estigmatizada. Principalmente por un diálogo (creado por el coaching business), y que solo se creen ellos, que dicta que «la psicología es para arreglar los problemas del pasado y el coaching está para solucionar los del futuro». Un discurso que, desde luego, les ha (a)venido muy (re)bien. Es decir, pretenden, con ello, consumar la expectativa de obtener resultados óptimos en el menor tiempo y coste posible (esto último es muy discutible). El problema, diría yo, derivaría en la pretensión de vivenciar una experiencia, «a priori» innovadora, durante un corto espacio temporal que a la larga no reporta los resultados esperados, salvo un efecto «placebo» (sobrevalorado).

Conviene aclarar que la psicología, y el acompañamiento psicoterapéutico y psicoeducativo, abarca varios contexto (individuo, grupos, sistemas y organizaciones, sanitarios y no sanitarios) y comprende distintas estrategias, para intervenir en ellos, entre las distintas escuelas psicoterapeutas (conductual, psicodinámica, cognitiva, contextuales, humanista, etc) basadas en la evidencia científica. La Psicología, mediante un enfoque, flexible y ecléctico, pretende, desde una adecuada evaluación y análisis, adaptar tales estrategias para dar respuestas a las necesidades de personas y organizaciones con resultados eficaces y eficientes, y no a la inversa (Coaching, terapias de Reiki, Consteladores… para todo y tod@s con resultados ineficaces y sin evidencia alguna). Por ello, es importante que el psicoterapeuta disponga de las habilidades adecuadas, de un conocimiento exhaustivo de tal bagaje teórico y un meticuloso manejo de las herramientas psicoterapéuticas desde tal variedad de todas estas teorías. Algo que, por otro lado, no puede abarcar el Coaching ni otras «terapias místicas (gestálticos, consteladores, maestros reiki, etc)» .

Por otro lado, parece que nada de lo que aportan estas pseudoterapias es innovador. El Coaching, por ejemplo, no es otra cosa que una pobre adaptación de la Resolución de Problemas de D’Zurilla y Golfried, propia de la psicología cognitiva-conductual (orientación al problema, definición del mismo, clarificación de metas y objetivos, toma de decisiones, evaluación…) y la Entrevista Motivacional (preguntas abiertas, enfoque socrático, escucha reflexiva, retroalimentación positiva…). En cuanto a las terapias corporales, por ejemplo Constelaciones o Biodanza … y sus variantes, etc., están próximas a la Intervención de la Escultura en el Psicodrama creado por Moreno, cuyo fin es la expresión emocional a través del cuerpo, de la postura, de los gestos…  y la Terapia Sistémica de Selvini. «La teoría U», es otra adaptación a las Terapias Psicológicas Contextuales e Integradoras propias de la Psicología Cognitiva – Conductual (Terapia Psicológica de Aceptación y Compromiso – ACT, Terapia Analítico Funcional, Terapia Dialéctica Conductual y Mindfulness)  de toma de conciencia y «el darse cuenta» de pensamientos, sensaciones, emociones con enfoque hacia el cambio y la mejora . La PNL e Inteligencia Emocional, otra técnica que se puso muy de moda, proveniente de las Terapias Cognitivas de Beck y Albert Ellis, Seligman (Terapia Emotiva Racional Y Reestructuración Cognitiva, Entrenamiento en Habilidades Sociales, Regulación y Gestión Emocional, etc,….).

Podríamos continuar haciendo un repaso de las distintas intervenciones pero no es cuestión, aquí, de redactarlas todas. Aun así, hay algo que, tanto los profesionales de la  psicología como de la educación, no estamos haciendo bien cuando percibimos que este tipo de terapias pueden llegar a ser perjudiciales para la sociedad en general por sus ineficaces resultados (efecto placebo) y que necesariamente es urgente que estén reguladas por sus riesgos. Entre tanto, los psicólogos, clínicos o sanitarios, seguiremos avanzando hacia una mayor profesionalización y regulación para que haya más límites en todas estas prácticas.