Existen fobias específicas que se suelen situar durante la niñez. El origen de muchos miedos en nuestros niños y niñas constituyen un proceso normal en su desarrollo evolutivo. Sin embargo, pueden convertirse en un problema si no desaparecen y se intensifican convirtiéndose en una fobia.

Hay muchos factores que favorecen su aparición, entre ellos los característicos al temperamento y genética propios del niño o niña y los ambientales (experiencias, aprendizajes, educación, culturales, etc).

Entre las variables temperamentales, investigaciones confirman que un temperamento inhibido, – propio de niñ@s que reaccionan con elevada activación y retraimiento ante situaciones no familiares -, correlaciona con niñ@s que sienten mayor ansiedad frente a estímulos de miedos evolutivos y normales, dentro de su rango de edad. Por otro lado, hay niños y niñas que están más predispuestos a interpretar las sensaciones corporales, cuando sienten miedo, como peligrosas y comienzan, con ello, a preocuparse volviéndose excesivamente sensibles a la ansiedad y facilitando el condicionamiento de un estímulo neutro a una experiencia catastrófica y negativa.

En el caso de niños y niñas que tienen miedo a atragantarse, el condicionamiento se produce mediante el aprendizaje observacional (los niños observan directamente una experiencia de otro niño que se atraganta) , transmisión de la información negativa directamente (información de algún familiar u otras personas, o medios de comunicación, de alguna noticia sobre una situación de atragantamiento de una persona que ha fallecido o, simplemente, alarmando sobre la situación) y, por último, la experiencia directa (ell@s mism@s han vivido la experiencia de atragantarse o han imaginado que podrían hacerlo).

El miedo a atragantarse para muchos niños y niñas constituye un problema para padres y madres debido a la importancia real de proporcionar las necesidades de alimentación básicas, principalmente en este momento de su desarrollo. Los niños y niñas, aún no son lo suficientemente conscientes de tal problema por ello es necesaria una intervención, junto con los niñ@s, de padres y madres.

En cuanto al trabajo con los niños, convendrá identificar sus antecedentes (motivos por los cuales se ha producido el condicionamiento), las respuestas fisiológicas (deglución retardada y forzada, tensión en la garganta, náuseas, etc), cognitivas (anticipar que se va atragantar, recuerdos relacionados con la experiencia negativa vivida, pensar que tiene que comer aunque no quiera, pensamientos catastróficas de no poder controlar la situación…), motoras (evitar comer alimentos sólidos, comer siempre los mismos purés, enlentecer o mantener el alimento en la boca, no querer hablar de ello…) y también, las consecuencias que mantienen su conducta (miedo): refuerzos positivos (atención y mimos por parte de los padres), refuerzos negativos (comer solo purés y/o líquidos, comer en casa y no el comedor del colegio,…) y consecuencias negativas (reproches por parte de padres y familia, pérdida de peso, duración excesiva del tiempo en las comidas, habituarse a comer los mismos purés, …)

Tomando en cuenta los antecedentes, respuestas del niño o niña de evitación y las consecuencias se realizará el diagnóstico (identificando otros miedos si los hubiera) para su adecuada intervención cuyos objetivos principales serán:  – reducir la ansiedad en el niño o niña que genera la situación de tragar, – proporcionar ayuda para que se aproxime a la situación de tragar (en imaginación primero y después en vivo), – motivar a los niños para premiar su actitud valerosa a la situación, – reducir el tiempo de comidas, – que ingiera alimentos de todo tipo, que comía antes de la fobia, y – ayudar al niño o niña a gestionar sus pensamientos e interpretaciones catastrofistas.

INTERVENCIÓN PSICOEDUCATIVA (Experiencia de intervención con el niño o niña y familia)

Cuando trabajo con niños y niñas con fobia a atragantarse, previamente se debe intervenir sobre la intensidad de la ansiedad y respuestas motoras y físicas mediante relajación. Utilizo la herramienta mindfulness para niños porque ayuda, no solo a relajar la intensidad fisiológica sino también a gestionar pensamientos catastróficos que generan la sensación de miedo, al mismo tiempo que ayuda, mediante exposición en imaginación, a la ingesta de alimento sólido . Por otro lado, realizo mediante autoinstrucciones un acercamiento, primero en imaginación y después en vivo (merienda en consulta), hacia la situación de tragar con alimentos sólidos que se irán, poco a poco, incorporando a su dieta. Conviene utilizar imágenes emotivas positivas para hacer un adecuado contracondicionamiento del estímulo  aversivo de tragar a otro apetitivo y placentero, al igual que reforzar la valentía de sus progresos.

Por otro lado, se trabajará con los padres para retirar los refuerzos positivos de sobreprotección y atención excesiva, desdramatizar evitando tensión, agobio y hablar del tema, evitar exigencias, amenazas y gestos de angustia. No proporcionar ventajas ni privilegios especiales (mayor atención, mimos, miradas de compasión o abrazos, etc). Evitar toda protección que evite que el niño o niña se enfrente a la situación por sí mism@. Si el tiempo de comida se alarga no permanecer con el niño o la niña esperando en la mesa a que termine de comer, en esta situación, la madre o padre, debe levantarse y retirar la atención. Es relevante reforzar inmediatamente la ingesta de comida (refuerzo social: juegos, ver una película juntos divertida, etc), tomar en cuenta que debido a la delgadez va a ser adecuado y normal la introducción de un complejo vitamínico para contrarrestar la debilidad física que, la mayoría de las veces, es prescrita por su pediatra.

La intervención, a pesar de los primeros resultados visibles, duran de 9 meses a un año hasta conseguir el objetivo final de ingerir alimentos sólidos y restablecer su vida normal sin miedo ni ansiedad. Por ello, es necesario un seguimiento psicoeducativo adecuado debido a los posibles contratiempos que pudieran acontecer. Resalto, en este artículo, que los aprendizaje adquiridos para gestionar pensamientos, la ansiedad y los miedos, no solo serán significativos para los niños y niñas, en su futuro como adultos, sino también para la propia familia incorporando nuevas herramientas para su bienestar.

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Psicología y Bienestar Emocional / Educación Social