Hace tan solo unos meses realicé un estudio universitario en el que pretendí  indagar en lo que en la actualidad se entiende por conciliación familiar y laboral con el fin de observar, primero, si esta está relacionada con los roles de género y, segundo, si las personas que trabajan, sean hombres o mujeres, se sienten o no satisfechas con su vida en general en relación a su jornada laboral (completa o parcial) y/o si tienen pareja o no e hijos.

Al observar los resultados no encontré diferencias significativas entre mujeres y hombres en relación a su bienestar psicológico. Sin embargo, al hacer la revisión de la situación en el estado español sobre conciliación familiar y laboral, desde el comienzo de los primeros cambios estructurales (económicos, políticos y sociales), a partir de la muerte de Franco en 1975, que se pasó de un modelo tradicional, marcado por un patriarcado dominante, a una situación muy distinta en la cual la mujer comienza a tener un mayor protagonismo en el mundo laboral, resultó que  la conciliación familiar y laboral está bastante relacionada con las actitudes, valores, roles y prejuicios de hombres y mujeres. Es decir, la conciliación toma como punto de partida una ideología aún tradicional en la cual se centra a la mujer y el empleo como fuente principal de equilibro entre familia y trabajo. Por lo que, las estrategias de conciliación familiar y laboral, cuando deberían tener un fin de flexibilidad tanto para hombres como para mujeres, parecen estar diseñadas expresa y exclusivamente para ellas.

Los resultados obtenidos en mi estudio me permitieron observar un dato relevante en relación a la decisión de las mujeres a optar por una jornada laboral parcial y flexible en mayor porcentaje (67% de las mujeres encuestadas trabaja a tiempo parcial, todas tienen entre 1 y 2 hijos, mientras que el 97% de los hombres trabajan a tiempo completo). Así, son ellas las que escogen esta opción en muchos casos con puestos de trabajo de menor relevancia y salarios más precarios cuando principalmente tienen hijos/as.

Esta percepción tiene una importante relación en la conciliación laboral y familiar. En particular con aquellas creencias sociales y tradicionales de lo que se considera debe ser una buena mujer o un buen hombre». Así para algunas mujeres lo que en este sentido debe ser una «buena mujer» tiene que ver con mayor responsabilidad en las tareas del hogar, lo que significa tener una mayor sensibilidad a las necesidades de los demás vivenciándolo como una responsabilidad moral y social (cuidado de hijos/as u otras personas mayores y ámbito doméstico…). Estos datos, en relación a la escasa flexibilidad del mercado laboral (no es de extrañar que en nuestro país se produzcan despidos debido a las peticiones de reducción de jornada, embarazos o excedencias para el cuidado de niños y personas mayores del entorno familiar), y a los roles y actitudes aún vigentes en la sociedad actual, indican, en cierta manera, que aunque la mujer se ha incorporado al empleo lo está haciendo aun de forma desigual.

Así, las actitudes, creencias y valores de las personas aún siguen influyendo en las decisiones laborales de las personas, hombres y mujeres, en nuestra sociedad actual. Constituyendo un ámbito de estudio e intervención psicoeducativa en el que es importante intervenir desde las políticas sociales y también desde un mayor empoderamiento de la mujer.

En este sentido, concluyo la investigación, es relevante que haya un cambio en la división cultural del trabajo doméstico y que todos los miembros de la familia participen de él. Este cambio implica que aunque muchos hombres empiezan a implicarse de una forma más activa en las responsabilidades familiares, «corresponsabilidad», aún lo hacen en forma de ayuda o colaboración y no como responsabilidad necesaria para que las mujeres tengan cada vez más una mayor representación laboral.

Con ello, existe un ámbito de trabajo en este sentido para no quedarse anclado en un comportamiento que pudiera tener consecuencias psicológicas y también sociales en nuestra sociedad. Nos queda mucho trabajo aún por hacer para que hombres y mujeres estemos cada vez más implicados en un cambio de actitudes y valores que nos permitan a todas y todos llevar a cabo nuestros proyectos laborales y ser también, madres y padres.