En nuestro día a día, observamos a personas que afrontan los devenires estresantes de su vida con verdadero estoicismo. A priori, parecen personas frías e insensibles, incluso indiferentes, ante acontecimientos vitales que, sin duda, para otras podrían llegar a ser realmente insoportables y/o traumáticos. Sin embargo, lejos de tal interpretación, estas personas, aun sufriendo dolor y, a pesar de ello, son capaces de hacer frente a la vida cotidiana y pueden disfrutar de otras experiencias positivas.
Son personas resistentes al estrés capaces de responder de forma práctica y positiva las contrariedades de su vida, es decir, aceptan con flexibilidad lo que no pueden controlar y se adaptan a los sucesos que acontecen en su vida en muchos casos desafiantes y en otros traumáticos, o ambos.
Una de las características de estas personas es que, aparte de resistir tales adversidades, tienen la capacidad de transformar situaciones difíciles en posibilidades u oportunidades de desarrollo y crecimiento.
A modo de “no hay mal que por bien no venga” , los sucesos estresantes pueden servir para sacar lo mejor de cada persona e incluso nuevos aprendizajes y capacidades que les confieren mayor seguridad y confianza en sí mismos para afrontar el estrés cotidiano.
Hablamos, entonces, de personas que crecen ante las adversidades, cuando:
- Se adaptan a los cambios aumentando sus propias capacidades de afrontamiento.
- Mejoran sus relaciones interpersonales (amplían sus amistades, cambian o “dejan ir” aquellas que no les aporta bienestar, fortalecen amistades sanas…)
- Cambian su escala de valores y prioridades, incorporando una filosofía de vida vital y de aceptación ante aquello que no pueden controlar siendo más flexibles ante las circunstancias vitales.
Y….
¿Qué recursos tienen las personas resistentes al estrés?
- Gestionan adecuadamente sus emociones, esto no significa que las eviten… significa que las aceptan y tienen la capacidad de enriquecerse frente a ellas y tomar decisiones consecuentes
- Tienen una autoestima óptima que les permite valorarse y cuidarse
- Confían en sus propios recursos y capacidades
- Poseen una vida social gratificante y sana
- Tienen aficiones estimulantes y motivantes
- Y… Una actitud práctica y positiva ante la vida (actitud favorable para resolver conflictos y dificultades cotidianas)
Todos estos puntos posibilitan “echar mano” de los recursos disponibles para hacer frente de forma adecuada a los sucesos vitales negativos vividos, superar las adversidades y aprender de las experiencias dolorosas, sin renunciar por ello a sus metas valiosas. Este tipo de personalidad funciona como una vacuna preventiva que tiene como fin debilitar la intensidad de los síntomas físicos y emocionales del estrés ante situaciones adversas de la vida cotidiana.
No es de extrañar que todos y todas conozcamos personas que, aunque pasan por sucesos terribles, traumáticos o difíciles, transforman su tragedia o experiencia en energía creadora y enriquecen su vida con actividades sociales útiles y gratificantes, para sí mismas e incluso para ayudar y apoyar a otras personas.
Por lo tanto, frente a las intervenciones psicológicas del estrés, acompañamos como profesionales acreditados de la salud en el fortalecimiento de tales recursos personales para fomentar las capacidades, seguridad y confianza de las personas y su enriquecimiento vital. Un trabajo sin duda enriquecedor por sus resultados eficaces y cambios vitales.
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Psicología y Educación Social
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