En nuestro día a día, observamos a personas que afrontan los devenires estresantes de su vida con verdadero estoicismo. A priori, parecen personas frías e insensibles, incluso indiferentes, ante acontecimientos vitales que, sin duda, para otras podrían llegar a ser realmente insoportables y/o traumáticos. Sin embargo, lejos de tal interpretación, estas personas, aun sufriendo dolor y, a pesar de ello, son capaces de hacer frente a la vida cotidiana y pueden disfrutar de otras experiencias positivas.

Son personas resistentes al estrés capaces de responder de forma práctica y positiva las contrariedades de su vida, es decir, aceptan con flexibilidad lo que no pueden controlar y se adaptan a los sucesos que acontecen en su vida en muchos casos desafiantes y en otros traumáticos, o ambos.

Una de las características de estas personas es que, aparte de resistir tales adversidades, tienen la capacidad de transformar situaciones difíciles en posibilidades u oportunidades de desarrollo y crecimiento.

A modo de “no hay mal que por bien no venga” , los sucesos estresantes pueden servir para sacar lo mejor de cada persona e incluso nuevos aprendizajes y capacidades que les confieren mayor seguridad y confianza en sí mismos para afrontar el estrés cotidiano.

Hablamos, entonces, de personas que crecen ante las adversidades, cuando:

  • Se adaptan a los cambios aumentando sus propias capacidades de afrontamiento.
  • Mejoran sus relaciones interpersonales (amplían sus amistades, cambian o “dejan ir” aquellas que no les aporta bienestar, fortalecen amistades sanas…)
  • Cambian su escala de valores y prioridades, incorporando una filosofía de vida vital y de aceptación ante aquello que no pueden controlar siendo más flexibles ante las circunstancias vitales.

Y….

¿Qué recursos tienen las personas resistentes al estrés?

  1. Gestionan adecuadamente sus emociones, esto no significa que las eviten… significa que las aceptan y tienen la capacidad de enriquecerse frente a ellas y tomar decisiones consecuentes
  2. Tienen una autoestima óptima que les permite valorarse y cuidarse
  3. Confían en sus propios recursos y capacidades
  4. Poseen una vida social gratificante y sana
  5. Tienen aficiones estimulantes y motivantes
  6. Y… Una actitud práctica y positiva ante la vida (actitud favorable para resolver conflictos y dificultades cotidianas)

Todos estos puntos posibilitan “echar mano” de los recursos disponibles para hacer frente de forma adecuada a los sucesos vitales negativos vividos, superar las adversidades y aprender de las experiencias dolorosas, sin renunciar por ello a sus metas valiosas. Este tipo de personalidad funciona como una vacuna preventiva que tiene como fin debilitar la intensidad de los síntomas físicos y emocionales del estrés ante situaciones adversas de la vida cotidiana.

No es de extrañar que todos y todas conozcamos personas que, aunque pasan por sucesos terribles, traumáticos o difíciles, transforman su tragedia o experiencia en energía creadora y enriquecen su vida con actividades sociales útiles y gratificantes, para sí mismas e incluso para ayudar y apoyar a otras personas.

Por lo tanto, frente a las intervenciones psicológicas del estrés, acompañamos como profesionales acreditados de la salud en el fortalecimiento de tales recursos personales para fomentar las capacidades, seguridad y confianza de las personas y su enriquecimiento vital. Un trabajo sin duda enriquecedor por sus resultados eficaces y cambios vitales.

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Psicología y Educación Social