Las rabietas forman parte del desarrollo normal evolutivo de los niños y niñas en torno a los 2 años y hasta los 5 años (a veces se extiende hasta los 7 años). Aun así, las rabietas y las conductas que van acompañadas a ellas, suelen ser uno de los principales motivos de consulta de padres y madres desbordados por la situación, con consecuencias que afectan a la convivencia familiar y desde luego, al desarrollo adecuado y adaptación de niños y niñas.

En muchos de los casos, y tras analizar y evaluar la situación, la intervención irá dirigida a todos los miembros que componen la familia (padre, madre, hermanos y el niño o niña), incluida familia extensa (abuelos, tíos, etc). Por un lado se trabajarán las ideas irracionales o preconcebidas por parte de los adultos, principalmente madre y padre, por ejemplo “pobrecito, no soporto verle llorar”, “a mi hijo o hija le doy todo lo que quiere porque le quiero”, “hemos tenido otro hijo y al primero le tenemos que atender siempre que llora porque creerá que no le queremos”, etc. Por otro lado, la aplicación de técnicas de relajación de cara a tolerar la tensión y malestar, físico y emocional, de “no atender” la conducta a extinguir (rabieta, pataletas, gritos, exigencias, golpes al mobiliario, tirar objetos al suelo, provocarse el vómito, autolesionarse, etc) en cualquier caso dependerá de la intensidad, frecuencia y duración de dichas conductas que se evaluarán adecuadamente.

Para ello, la actuación psicoterapéutica irá enfocada a la extinción, en la mayoría de casos de la atención que se presta a los niños y niñas. Es decir suprimir el refuerzo positivo de la conducta previamente reforzada. Así, tras la emisión del niñ@ de la conducta inadecuada, ningún miembro familiar (padre, madre, abuelos, tíos, etc) reforzará la conducta sino que retirará la atención y suprimirá el refuerzo de cogerle en los brazos, atenderle, quedarse quietos mirándole, gritarle, regañarle, etc. El objetivo es, en este caso,  no atender tal comportamiento inadecuado (rabietas, pataletas, gritos, exigencias, golpes al mobiliario, tirar objetos al suelo y en muchos niños y niñas otro tipo de conductas como provocarse el vómito)

El protocolo de actuación será el siguiente:

  • Ignorar el comportamiento de la rabieta y las conductas que acompañan a la misma, y continuar con lo que tanto el padre, la madre u otro adulto que acompañe al niñ@, esté haciendo: viendo la televisión, leyendo,  … etc (ser paciente y firme con ello).
  • Explicar al niñ@ cómo hace sentir su comportamiento “Me estoy enfadando mucho”
  • Anunciarle otra conducta alternativa adecuada, de tal forma que pueda elegir entre otras conductas mucho más adaptativas y explicar las consecuencias positivas de tal elección “Cuando estés tranqui@, te atiendo” “puedes quedarte o ir a tu habitación a jugar, pero ahora no pondremos dibujos”…
  • Retirarse de la situación y esperar un tiempo (1 minuto por año del nin@) sin atender la conducta inadecuada o rabieta (evitar quedarse mirando al niño o niña mientras llora, gritarle o razonar sobre cómo debe comportarse, regañarle, etc)
  • Volver a decirle “Cuando te tranquilices, te atiendo, cariño”
  • Cuando se tranquilice, premiar y reforzar inmediatamente la nueva conducta y decirle «cómo me gusta que estés así cariño, ahora podemos jugar, hablar… ”

Es importante advertir que la aplicación de este protocolo incrementará la frecuencia, intensidad y duración de las rabietas. No obstante, a pesar de ello, con la firmeza y paciencia necesaria se aplicará de nuevo el protocolo de actuación que conllevará la disminución de la duración, intensidad y frecuencia de tales conductas inadecuadas.

Es necesaria la aplicación de refuerzos positivos tras el cambio de conducta adecuada de los niños y niñas de tal forma que tanto ellos como padres y madres u otros adultos obtengan mayor control (autocontrol) de la situación y ellos, los niñ@s, aprendan a tolerar la frustración y el enfado adecuadamente. La atención parental es el mayor refuerzo que puede tener un niño y niña, por este motivo se interviene en la retirada de la misma cuando el comportamiento es inadecuado y la obtención de la atención como refuerzo positivo de las conductas alternativas y adaptativas – es relevante mostrar a los niños otras conductas alternativas ya que están más acostumbrados a las negativas «no grites» «no llores» «pórtate bien», etc– siendo, esta atención positiva, significativa en la disminución progresiva y rápida de la intensidad, duración y frecuencia de las rabietas y en el bienestar de la familia en general (tiempo de disfrute y juego familiar, expresión de afecto positivo, ternura y cariño)