Nuestra actual cultura de la felicidad concibe el dolor y el malestar humano como algo a evitar y controlar. Una cultura de placeres inmediatos que niega el dolor propio de las dificultades de nuestra vida cotidiana. Por ello, parece darse una resistencia en forma de negación a tolerar el malestar, una tendencia a evitarlo y controlarlo.

Aquí aparece la paradoja, el control como estrategia para evitar y eliminar el malestar asociado a la ansiedad constituye en la actualidad un problema más que una solución a su mejoría. Por lo tanto las consecuencias relacionadas con el control y la evitación experiencial conllevan un mayor sufrimiento en las personas que sufren síntomas de ansiedad. Con ello, la persona evita vivir una vida significativa a cambio de dedicar la mayor parte de su tiempo a controlar y/o evitar los síntomas de ansiedad (preocupaciones, tensiones físicas, sensaciones…). Esto conlleva mayor problema y coste, con riesgo de convertirse en un bucle pernicioso e incluso una forma de vivir… o más bien de “malvivir”.

Desde el acompañamiento psicoterapéutico, ayudar a la persona en consulta a gestionar la ansiedad, comienza con la comprensión y aceptación flexible de las circunstancias contextuales que la causan. Suelo decir que la ansiedad es un estado de ánimo y como tal es circunstancial, es decir, ocurre debido a las circunstancias (eventos internos y externos). Entender esta perspectiva, permite a la persona tomar mayor conciencia para valorar, aceptar y, en muchos casos, con las herramientas necesarias, cambiar o mejorar constructivamente dicha situación circunstancial y, así, evitar personalizar o sobregeneralizar (inferir una conclusión general a partir de una prueba insuficiente) los síntomas de ansiedad como algo que depende sólo y exclusivamente de la propia persona.

A partir de aquí, y mediante un acompañamiento psicoterapéutico profesional, se aportarán herramientas que permitan a la persona manejar adecuadamente los síntomas relacionados con la ansiedad y que, muchas veces, alarman a las personas por su sintomatología fisiológica (reestructuración cognitiva, entrenamiento en relajación, mindfulness, entrenamiento en habilidades sociales, exposición gradual a los estímulos temidos, técnicas de solución de problemas, autoinstrucciones…). Estas técnicas se centran en trabajar los temores y preocupaciones de las personas acerca de la percepción de impotencia e incapacidad para afrontar adecuadamente tales preocupaciones y síntomas físicos.

Las sensaciones, tanto psicológicas como fisiológicas, de la ansiedad suelen despertar alarma. Por ello, recibir un tratamiento psicológico profesional es relevante de cara a establecer cambios efectivos en las personas.

La ansiedad y el miedo no pueden ser los que definan quién eres y cómo quieres vivir tu vida

María Jesús Escaso

Psicóloga y Educadora Social

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