En las relaciones afectivas, a no ser que sea por algún tipo de psicopatología, no existen personas tóxicas sino, más bien, personas que simplemente no nos convienen.
![](https://mariajesusescaso.com/wp-content/uploads/2016/09/Paco_2-e1474304811188.jpg)
¿Por qué hay que dejar ir, soltar, aquello que no podemos sostener y abrirnos a nuevas posibilidades sanas y satisfactorias?
… Porque la persona que algún día quisimos es valiosa en sí misma, al margen de que ya no lo sea para nosotr@s en la actualidad. Y ese valor que reconocimos de ella, u otro que no llegamos a descubrir, puede ser apreciado por otra.
… Porque esa persona o esa relación que sentimos que no nos conviene, no nos hace felices o nos hace daño, puede llegar a ser buena, satisfactoria e incluso conveniente para otra.
… Porque, como decía mi abuela, “siempre hay un roto para un descosido” y no le faltaba razón.
Sin embargo, a pesar de vivir una relación que no nos conviene, much@s, tenemos resistencias a abandonarla. Y aunque desde fuera, nuestras amistades, familiares, incluso nosotr@s mism@s, siendo racionales, y viendo con claridad que esa relación no nos hace bien, siendo lo más inteligente abandonarla, existe un impulso humanamente primitivo y primario – vinculado a nuestras necesidades vitales aún no resueltas – a aferrarnos a una ínfima posibilidad de que esa relación las cubra de forma idealizada.
Ten en cuenta que quieres una pareja, con todo lo que sanamente conlleva (confianza, intimidad, compromiso…), y no un salvador o salvadora que sostenga tus necesidades no resueltas
Así que, la primera ruptura que hay que hacer, en este tipo de circunstancias, es la interna, la propia, frente a todas esas necesidades vividas desde la amenaza y el miedo a perder y evitar, con ello, engancharnos a lo que no nos conviene. Pero esto no significa que esa persona sea tóxica ni siquiera la relación en sí misma lo es.
Ser consecuentes con ello consiste en sostener y gestionar el dolor y el vacío – mediante la ayuda y acompañamiento psicológico adecuado -, que sabemos incurre tras dejar ir una relación que no nos conviene, junto al proceso de duelo que tal decisión conlleva y, posteriormente, abrirnos a otras posibilidades que nos aporten lo que verdaderamente deseamos y valoramos en una relación de pareja. Para ello, es importante atendernos (confiar en nuestra sensación genuina e interna), cuidarnos (que esa sensación nos guíe para tomar decisiones y actuar de forma coherente y sabia) y conocernos (poniendo en valor nuestros valores, prioridades, intereses, necesidades sanas (afecto, pertenencia, seguridad…autoestima) de tal forma que, lejos de culparnos, podamos reciclarnos y reconvertir esa relación, que dejamos ir, en una experiencia vital.
Deja una respuesta