Acompañar a chicos y chicas adolescentes es uno de los procesos que más me apasionan y me aportan en mi carrera profesional. Mi objetivo principal es ayudar a familias a entender los cambios complejos que se producen en esta etapa evolutiva para transformar el miedo y las preocupaciones en curiosidad y participar, de forma creativa y funcional, de dicho proceso de cambio.

Para dar lugar a este fin es imprescindible ofrecer un espacio de respeto, confianza y seguridad donde es fundamental la comprensión y el afecto, así como estimular, tanto a familias como a chavales desde la ilusión y el entusiasmo, facilitando estrategias que nos acerquen a vivir el camino sin excesivo sufrimiento, miedo y preocupación. Señalo “excesivo” porque estas emociones y sentimientos tendrán que ser comprendidas en el proceso de tal forma que podamos observar, sin juzgar(nos), cómo influyen en nuestras relaciones familiares y cómo, desde su integración adecuada, podemos ayudarnos a mejorarlas.

Acompañar en este camino de desarrollo físico, emocional, sociocultural e intelectual entre un egocentrismo propio del desarrollo hacia una madurez y autonomía son objetivos necesarios para que las/los chavales aprendan a solucionar sus dificultades, propias de sus circunstancias, valorando otras alternativas mucho más adaptativas a partir del acompañamiento y el apoyo necesario.

Entender su mundo donde las emociones, por su propio proceso evolutivo (biopsicosocial) se despabilan. Necesitan reconocer sus sentimientos y tomar conciencia de cómo influyen en su comportamiento y responder frente a sus frustraciones, decepciones, rupturas, conflictos, inseguridades y miedos, eligiendo alternativas menos dañinas y adecuadas.

Acompañar en este espacio consiste en aportar apoyo y ayuda, percepción de seguridad y confianza para recibir información emocional, otras alternativas y opciones a valorar… sin juicios, desde una mirada comprensiva que les permita entender qué les pasa y qué sienten desde un lenguaje adaptado y comprensible, es parte esencial del acompañamiento.

Es el primer contacto con una comunicación expresiva y asertiva que les ayude a expresarse libremente y con confianza sus ideas, sus opiniones, sus enfados, sus alegrías y logros, sus experiencias… para entender(se) , desde el respeto, así mismos y a los demás.

Es un espacio de estimulación e ilusión para infundir ánimo y valoración. Somos, en este espacio, modelos de referencia, proyectando en ellas y ellos una imagen positiva, siendo guías y apoyo en sus emociones, sus ideas, sus valoraciones y sus decisiones. Sosteniendo y tolerando que pueden equivocarse. La confianza es la mayor prueba y sustento para valorar las equivocaciones como posibilidades de mejora y cambio. Siendo, con ello, apoyos de seguridad que aporten percepción de capacidad para elegir bien desde el respeto e independientemente de que no consigan los resultados esperados.

Frente a las dudas y preocupaciones que en torno a la educación socioemocional puedan surgir en la educación de chicos y chicas adolescentes es fundamental, por el conocimiento que requiere, acudir a profesionales de la psicología y la educación social con el fin de que puedan vivir el proceso de cambio de forma segura y sana.

Poder compartir este proceso de personas en todo su proceso de cambio y construcción es una de mis grandes vocaciones y pasiones.

Atención psicoeducativa a chicas y chicos adolescentes

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