Liderazgo

En el actual momento de desajuste y falta de rumbo claro, en nuestras cuestionadas economías, hablamos de empresas y organizaciones que aprenden, que se adaptan a los profundos y relevantes cambios socio-ambientales generados.

Las empresas, en una necesaria readaptación a la cambiante situación, han de aprender a integrar no sólo aspectos objetivables y observables correspondientes a la planificación, ejecución y control como son metas, estructura, actividades, productos y resultados, sino también otros más subjetivos y propios del individuo, desde un ámbito socio – psicológico, que corresponde a sus valores y principios, emociones, actitudes y significados otorgados por las personas en la interacción con éstas.

Esta combinación nos va a permitir entender el modo de ser y funcionar de las organizaciones en interacción con las personas que las integran. Es lo que llamamos, actualmente, Cultura organizacional o de empresa.

Los procesos psicológicos y subjetivos que van asociados a esta filosofía o cultura de empresa influyen muy positivamente en las actitudes y conductas individuales de las personas. Es decir, cuando los individuos creen sentir concordancia entre sus propios principios y valores y los de la organización en la que trabajan, esto se va a traducir, en muy poco tiempo, en satisfacción laboral, buen rendimiento, motivación, iniciativa, compromiso, actitud laboral positiva y sobre todo confianza en sí mismo como persona y en la empresa para la que trabaja.

En este momento actual y cambiante, la situación económica y el comportamiento decepcionante de muchos líderes políticos y el sector financiero, en ocasiones con pocos o nulos valores definidos, son suficiente razón para reclamar la existencia de un nuevo tipo de liderazgo en las organizaciones, un liderazgo auténtico y transformador, que recupere la confianza, pilar fundamental social y cultural que conocemos, respetamos y valoramos las personas.

Autores como Peterson, Avolio y Gardner, definen el liderazgo auténtico como un patrón de conducta que promueve y se inspira tanto en las capacidades psicológicas positivas como en un clima ético positivo, para fomentar una mayor conciencia de uno mismo, una moral internalizada, un procesamiento de la información equilibrado y transparencia en las relaciones entre el líder y los seguidores. Esto lleva a los líderes a una auténtica vía de avance hacia el autoconocimiento (conocimiento de fortalezas y debilidades de uno mismo y de los demás). Por esto, los auténticos líderes, no tienen dificultades en mantener su rumbo y comunicarlo a los demás en cuanto a sus creencias, principios, valores y ética.

Como resultado, estos líderes serán capaces de potenciar la motivación, el compromiso y la satisfacción de sus seguidores a través de la creación de identificación personal e identificación social con la organización. El individuo se fideliza con su empresa y camina con objetivos parejos a los de ésta. Los auténticos líderes estarán, sin duda alguna, mejor equipados para superar las dificultades y barreras a las que se enfrentan las nuevas empresas de hoy e influir positivamente, así, sobre sus empleados en concordancia con sus valores.

Por lo tanto resaltamos nuevamente, para finalizar, que una mayor confianza mutua, una interacción de los valores personales con los de la organización, generando un aumento de las emociones positivas, tendrán como resultado seguro un mayor compromiso, mayor satisfacción laboral e involucración personal en el trabajo, mayor y mejor esfuerzo por la tarea… En definitiva, un optimismo creciente que favorecerá el desarrollo personal y profesional de las personas y por ende también el bienestar y clima interno de la organización. De ahí a obtener beneficios, en un avance sostenible y equilibrado ( persona- empresa- sociedad ), no resta nada.

Por ello, ¿qué es ser un buen o buena líder?….

Un buen Líder comparte sus conocimientos, comparte sus experiencias, sus aciertos y sus errores, … expresa sus opiniones y sus consideraciones sobre el camino seguido y sobre el camino a seguir.

Un buen Líder entiende, también, que sus conocimientos no son los únicos, que su experiencia – con sus aciertos y sus errores – no es tampoco la única existente y permite que los demás expresen sus propias opiniones y consideraciones sobre el camino seguido y sobre el camino a seguir.

Un buen líder no domina la acción de los otros. Muy al contrario, la respeta y, aún incluso sin compartirla no la impide desde el control férreo. Son los otros quienes desde su propia experiencia personal – acertada o errónea – y desde el respeto y la aceptación sentida, determinan de forma libre y autónoma alinearse con la figura y la actuación del Líder.

Un buen líder no tiene súbditos que le obedecen sino personas que libremente le siguen, …

Un buen líder, tiene seguidores…