La capacidad para tomar decisiones y resolver contradicciones de nuestro día a día implica no sólo tomar conciencia crítica de nuestras necesidades e intereses propios, sino también de nuestros recursos, capacidades y potencialidades personales para la resolución de los problemas cotidianos

Sin embargo, a la hora de tomar decisiones nos encontramos con muchos obstáculos o bloqueos psicológicos que nos provocan, muchas veces, perjuicios en áreas vitales e importantes de nuestra vida

Una de esas dificultades es la incapacidad para sentir y expresar sentimientos y/o emociones, sean estos los que sean,… amor, alegría, rabia, frustración, decepción, miedo, tristeza, culpa… Esta dificultad surge, por lo general, de muchas normas o prejuicios socioculturales aprendidos e incorporados a nuestra vida y roles de comportamiento «tienes que ser (y parecer) amable y agradable», «no llores… no te enfades o te verán vulnerable y débil» «nunca pidas ayuda a nadie porque parecerás rara»… «tienes que ser perfecta… en todo lo que haces», …. todas sabemos y conocemos muchos.

Otros obstáculos serían por ejemplo, evitar los problemas y/o la ansiedad con la finalidad de no experimentar sufrimiento,  una carencia de escala de valores, es decir, el desconocimiento de lo que nos importa y/o nos guía en nuestra vida… y es que, no conocer nuestros propios valores y límites es como si realmente no los tuviéramos.

También, el desarrollo de una autoestima adecuada,  la dependencia de los demás y/o la necesidad por agradar a los otros,  el perfeccionismo y exigencias desmedidas, vivir de ilusiones y esperanzas, el miedo al autodesprecio y el rechazo o la necesidad de tener siempre la razón, “Ceguera” ante las distintas y diversas alternativas,  una presión del tiempo distorsionada…., son bloqueos que nos afectan a la hora de tomar decisiones.

Ser autocríticas, y “darnos cuenta” o tomar conciencia de estas contradicciones y obstáculos, es el primer paso para alcanzar una autonomía necesaria, ligada a otros procesos como es el desarrollo de un proyecto de vida que contribuya a nuestro bienestar y desarrollo vital. Sin embargo, no podemos olvidar que esto no es factible si no existe un compromiso firme y decidido por nuestra parte.

En esta toma de conciencia, independientemente de nuestra complejidad (económica, social, ideológica y cultural…o política), es relevante nuestro compromiso como personas activas capaces de elegir, decidir y actuar hacia nuestra mejora y transformación de nosotras mismas y nuestro entorno.

Y es que…, contra más autónomas aprendamos a ser, más activa es y será nuestra posición en el mundo.

¡Adelante!

Psicóloga y Educadora Social