Una de las funciones de padres y madres en el desarrollo de sus hijos e hijas es socializarles. Es decir, educarles para respetar las normas del grupo social en el que viven, las cuales les permitirá tener relaciones positivas y ser más competentes socialmente.
Esto, comporta, por una parte que los padres (ambos) transmitan normas y límites necesarios, para su edad evolutiva, valores de grupo y educarles en el respeto, a sí mismos, y a los demás. Por otra parte, que los niños y niñas aprendan a cumplir dichas normas, es decir, a obedecer, facilitando, a su vez, el desarrollo de la moralidad.
Este recurso moral significa que el niño/niña aprenderá a controlarse a sí mism@ –saber qué está bien o mal dependiendo de las consecuencias y refuerzos o gratificaciones– y autorregularse – gestionar adecuadamente su comportamiento y emociones, especialmente la ira-.
Actualmente vivimos en una sociedad demasiado permisiva e indiferente en la que se pone en riesgo este aprendizaje moral y vital para el desarrollo psicosocial de nuestros hijos e hijas. Por este motivo, es hoy, más que nunca, necesario que, independientemente del temperamento de los niños y niñas, promovamos un estilo educativo en el que los chicos y chicas interioricen normas y valores morales y con ello, evitar y prevenir comportamientos antisociales facilitando el funcionamiento óptimo en distintos ambientes sociales en los que los niños, niñas y adolescentes viven, y vivirán (favorecer la empatía, la cooperación, el respeto, el sentido de la responsabilidad, aprender a tolerar la frustración, ayudarles a ser y estar en el mundo de una forma mucho más libre y menos dependiente de sus impulsos….)
Las principales dificultades, de un estilo educativo inadecuado, son las siguientes:
- Insuficiente o nulo establecimiento de límites y normas
- Ausencia de disciplina (o se aplica de forma inconsistente)
- Dificultad para señalar comportamientos óptimos y apropiados
- Ausencia de supervisión o supervisión insuficiente (ceder ante las resistencias – rabietas, chantajes, etc- de los chicos y chicas)
- Excesiva atención a los comportamientos inadecuados e ignorar los apropiados (ausencia de estilo educativo positivo)
- Temperamento de los padres (padres autoritarios y hostiles, padres inseguros, ambivalentes e indiferentes)
- Falta de implicación con sus hijos e hijas (compartir tiempo y actividades de calidad)
- Mostrar bajo o nulo apoyo y ternura hacia sus hijos e hijas (expresión emocional inadecuada)
Modificar tal estilo educativo, o realizar los cambios necesarios en el mismo, actuará de vacuna preventiva para, por un lado, ayudar a niños y niñas y adolescentes a promover un desarrollo psicosocial (escuela, familia, sociedad….) y evitar la aparición de otro tipo de dificultades o problemas mayores como sería el desarrollo de algún tipo de trastorno de conducta, y por otro, proteger el deterioro del funcionamiento familiar que puede afectar, incluso, a la relación de pareja (reducción de actividades y relaciones sociales, sensación de impotencia, miedo, ira y culpabilidad, ansiedad y depresión, estrés, etc).
El tratamiento psicológico y educativo irá dirigido hacia los niños o niñas, de forma individual, y hacia los padres (ambos).
De forma individual (niño o niña) se intervendrá en el manejo de las emociones, entrenamiento en habilidades sociales y solución de problemas, aprendizaje de autocontrol, valores e importancia de los mismos para autorregular su comportamiento (autovaloración de refuerzos y consecuencias), entrenamiento en relajación (a mí me gusta trabajar con mindfulness para que los chicos y chicas aprendan a manejar sus pensamientos recurrentes y emociones de ira). En cuanto a los padres y madres, se intervendrá en el manejo de emociones (gestión de la ira, miedo, culpabilidad e impotencia), interacción proactiva y eficaz con sus hijos e hijas, construir relaciones hij@s-padres positivas, mejorar el estilo educativo para promover la autoestima, aceptación y autoconcepto de sus hijos e hijas, aprender técnicas de comunicación asertivas y otros aprendizajes en técnicas conductuales y cognitivas.
Todas estas habilidades y recursos no solo evitarán la aparición de cualquier otra dificultad grave sino que ayudará a nuestros hijos e hijas a superar y afrontar los obstáculos que se presentarán en su vida, en muchos casos difíciles y estresantes. Pero lo que aún será mucho más significativo es que, con tales recursos, tendrán más posibilidades para ser personas que vivan con valores sostenibles donde no solo aprenderán a cuidarse y respetarse así mísm@s sino que apreciarán el sentido y valor de respetar y cuidar a los demás. Es decir, aprenderán una filosofía de vida donde su conducta se extrapolará a una mayor concienciación de lo que implica vivir en sociedad.
Psicología y Educación Social
www.mariajesusescaso.com
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